viernes, 27 de febrero de 2009

LA VEJEZ

La vejez es lo más inesperado de todo lo que le sucede al hombre.
Descansar no es suficiente: hay que meditar.
La edad se apodera de nosotros por sorpresa, sin sentirla llegar.
Cuando me dicen que ya estoy demasiado viejo para hacer una cosa, me apresuro a hacerla enseguida.
Una vejez feliz es como el pastel de una fiesta.
Los viejos dan buenos consejos porque ya no pueden dar malos ejemplos.
En este mundo todos queremos llegar a viejos, pero ninguno queremos admitir que ya llegamos.
Cuanto más envejecemos más necesitamos estar ocupados. Es preferible morir antes que arrastrar ociosamente una vejez insípida y vacía.
Viéndolo bien no somos tan viejos, lo que pasa es que tenemos muchas juventudes acumuladas.
Hay que estar agradecidos de nuestra edad, pues la vejez es el precio de estar vivos.
Hay que dejarse llevar suavemente por la corriente como la hoja que se desliza sobre su superficie, y disfrutar del regalo de la vida mientras podamos y estemos presentes en este mundo.
Y en la hora del ocaso, una última reflexión:
La vida transcurre como un autobús en el que unos pasajeros suben y otros bajan. Hay que estar preparados para cuando nos toque bajar en la próxima parada y escuchemos el anuncio del conductor: ¡Bajen!
(Por mi parte han de disculparme, pero yo no tengo tiempo para hacerme viejo. Con su permiso.)

1 comentario:

Mariaisabel dijo...

Me aterra la vejez o más bien dicho...me aterra una mala vejez.
¿Por qué tenemos que llegar a viejos sin calidad de vida?
Una vez, una amiga me dijo: La vejez es una humillación para la persona.
Conforme me voy haciendo mayor, reconozco que algo de eso hay, que triste!
De todas formas, pienso que debemos disfrutar del presente, aprovechar la vida e intentar ser felices el tiempo que nos queda.
Un abrazo